#11 - La del calorro, la queja y el optimismo
Últimamente estoy un poco quejica, pero no es como años atrás. Ahora me doy cuenta de ello, y por banal que esto parezca, cambia mucho el panorama.
Pero ni mi momento álgido de vomitera quejumbrosa puede superar a lo que he visto estos días a mi alrededor. Era como el canto de las chicharras en agosto, rítmico y constante, solo que en vez de emitir cantos de apareamiento (por supuesto que lo he buscado en Google) solo se oían dos palabras desesperadas.
Qué calor
Qué calor
Qué calor
Ojo, es que es verdad que hacía MUCHO calor. Estoy totalmente de acuerdo con la categórica afirmación, tanto que hasta me uní al canto cigarril en algún que otro momento de agobio. El interior de un horno pirolítico se antojaba un ecosistema benévolo en comparación con lo que hemos vivido estos días.
Lo malo es que recordarlo constantemente no ayuda a que el calor baje. Soy la primera en entonar el mea culpa, pues yo también lo he intentado, por supuesto con resultados bastante pobres.
Y como con esto, nos pasa con todo en la vida. La queja tiñe nuestros días con un sabor amargo. Nos quejamos del calor, del frío, del tiempo cambiante de la primavera y el otoño, de las pocas oportunidades que nos rodean, de nuestro cuerpo, de nuestro vecino, de la Navidad, del gentío, de las guerras que apenas nos rozan, de la soledad, de lo cansados que estamos.
Y lo entiendo, pues como digo, soy la primera que caigo en el buclecito si no me vigilo de cerca.
Quejarse es un poco como los azúcares simples: adictivo, pero no trae nada bueno después. Bueno, en realidad miento. Al menos una tarta chorreante de chocolate se disfruta durante un efímero momento, pero con la queja ni eso. La queja es simplemente una costumbre, un automatismo. No aporta nada bueno, ni siquiera un dulzor momentáneo que nos ayude a evadirnos del mustio olor a brócoli que a veces impregna la vida diaria (quien dice brócoli dice cualquier crucífera, que conste que lo nuestro no es nada personal).
Hace unos cuantos años me di cuenta de lo mucho que me quejaba gracias a un libro autobiográfico sobre la iniciación espiritual de una joven (como siempre, los libros al rescate). El libro en sí no estaba mal, pero lo que me dejó helada fue una frase que el maestro le soltó a su discípula (la prota) en un momento en el que ella estaba inmersa en su buclecito de todomepasaamí.
La frase decía algo así como “¿Es que no lo ves? Te pasas la vida compadeciéndote de ti misma y ni siquiera te das cuenta”
No recuerdo las palabras exactas, pero la esencia era esa. Lo importante es que al leer dicha frase me vi obligada a detener la lectura y alzar la mirada. Las palabras de ese chamán semi ficticio me atravesaron como un dardo envenenado. Bueno, mi ego pensaba que escocían cual dardo envenenado, pero en realidad eran un antídoto, una revelación de las de estar por casa, que a veces son las más importantes.
Hasta entonces no me había dado cuenta del nivel de queja y autocompasión absurda que cargaba sobre mis hombros, y abrir los ojos en ese sentido fue más que revelador. Vamos, que puede que esas páginas me ahorraran unas cuantas peregrinaciones al Tíbet.
Desde ese día, vigilo con recelo mis niveles de queja como quien se mide el azúcar en sangre bajo amenaza del médico. Me he autorecetado una dieta pobre en quejíos.
Con esto no digo que no me queje nunca, o que quejarse esté prohibido. Somos humanos e imperfectos, faltaría más. Pero adquirir conciencia de cuándo aparece esa queja en escena es sorprendentemente útil. Y si ya te atreves a hacer el ejercicio de intentar esquivar la queja durante una semana, o un mes, vas a alucinar con los resultados (salvo que ya seas un ser de luz que solo tenga pensamientos elevadérrimos, en cuyo caso, escríbeme y dame tus truquis para que los comparta por aquí y nos iluminemos todos).
En el lado opuesto a la queja está la gratitud, esa habilidad sobrenatural para ver lo bueno que nos rodea. La gratitud sí que es buena para nosotros: hay estudios científicos que lo demuestran, y sin embargo, no es tan popular ni está tan bien vista.
El exceso de optimismo se censura socialmente. ¿Cómo puede ser fulanito TAN feliz?¿Es que no ve la que nos está cayendo encima? A los que viven en the bright side of life se les tacha de ilusos, ingenuos o poco realistas, cuando en realidad, la capacidad de hacer abono de la mierda, como dice Erika Irusta, es la que nos ayuda a avanzar por la vida.
El pesimismo, si te das cuenta, no ayuda una mierda, por seguir con la metáfora. Porque sufrir por lo malo no hace que suframos menos si lo malo llega de verdad. Sufrimos doble. Por eso es mejor no anticiparse, ¿no crees?
No está muy claro quién dijo que el dolor en la vida es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Lo que sí está claro es que por mucho que nos quejemos del calor abrasador, lo que realmente funciona es buscar una sombra y disfrutar de su balsámico cobijo. Y si es posible hagámoslo en la mejor compañía, la de esas personas también imperfectas que te quieren en verano, en invierno y aunque te quejes un poquito de más.
Nos vemos bajo la sombrilla,
Paula
P.D. ¿Te has dado cuenta de que llevamos ya 11 cartas de elixir? Eso hace un total de casi seis meses y once domingos colándome en tu Bandeja de Entrada con la intención de acompañar, y con suerte amenizar, tu desayuno dominguero (a veces también tu vermut, a todos se nos pegan las sábanas de vez en cuando). He decidido que sea este número, el once, el que cierre esta primera temporada de elixir.
¿Cuál es el plan ahora? Me encantaría volver en septiembre al mismo ritmo que he mantenido hasta ahora, es decir, una carta cada dos domingos, pero la vida (y la cachorra que voy a tener a mi cargo) marcarán el ritmo. Ya sabes, todo eso de fluir que tanto nos cuesta pero que tan necesario es.
Pero me daba mucha pena desaparecer sin fecha fija de vuelta, así que he pensado que vamos a hacer un elixir edición veraniega 🏖️🐚 🌊 🍹 Será una carta mensual en lugar de quincenal, para reposar un poquito las neuronas pero seguir en contacto.
Espero que esta idea te guste, y si has disfrutado de esta temporada, debajo de estas líneas tienes algunas formas de apoyar este proyecto (Aunque para mí que estés aquí ya es el mayor de los apoyos. GRACIAS).